El Coronavirus, el dólar y el mercado bursátil.
- Liba Visbal
- 1 mar 2020
- 5 Min. de lectura
Hasta el día de hoy lo que sabemos del coronavirus, es que es un virus detectado por primera vez en humanos el pasado diciembre de 2019 en Wuhan, China. En donde las autoridades sanitarias reportaron la presencia de casos reiterativos de pacientes con neumonías de origen desconocido, a quienes finalmente lograron relacionar con el virus en mención, nombrando a esta afección, de neumonía por coronavirus como COVID-19 (del acrónimo ingles Coronavirus disease 2019).
Desde entonces, según publicación de la Corporación de Radio y Televisión española – RTVE, hay 82.685 casos confirmados a nivel mundial y 2.800 muertes, de las cuales 2.744 son en China, 26 en Irán, 17 en Italia y 13 en corea del Sur. En América existen 60 casos confirmados en Estados Unidos, 12 en Canadá y 1 en Brasil, de los cuales hay reporte de 3 recuperados en Canadá y ninguna muerte aún en el continente.
La rápida expansión de la enfermedad hizo que la Organización Mundial de la Salud, declarara esta epidemia una emergencia sanitaria de preocupación internacional, basándose en el impacto que el virus podría tener en países de economías emergentes o de ingresos menores con menos infraestructuras sanitarias, alertando a todo el planeta sobre las repercusiones e impacto que esta podría generar.
En tal virtud, las medidas adoptadas en busca de mitigar el impacto no se han hecho esperar. Los cierres de fronteras, la rigurosidad en el trasporte de mercadería desde y hacia china, entre otras, han afectado las cadenas de suministro y por consiguiente, han configurado un estancamiento en las proyecciones de crecimiento económico chino para este año.
Como bien sabemos China es un gran motor de la economía a nivel mundial. Durante los últimos años, su economía se ha establecido en un 30 % del Producto Interno Bruto Global y está entre los primeros cinco países que más invierten en otros mercados, lo que convierte a China en uno de los dinamizadores de las finanzas globales.En ese escenario en el que convergen el COVID-19 y la segunda potencia mundial, los temores por la propagación que está alcanzando y la posibilidad que llegue al nivel de pandemia, tiene alterados los mercados globales, pues la incertidumbre se apodera de estos, desacelerando las dinámicas de inversión.Imaginemos un momento un pequeño taller de artesanías en donde su mayor y mejor cliente se enferma y le deja de hacer pedidos. Probablemente, si este no tiene la capacidad de ampliar su mercado va a afrontar en el mejor de los casos una gran crisis por mantenerse y no desaparecer.Esto es exactamente lo que sucede con China. Al ser el mayor comprador de materias primas y el mayor fabricante del mundo, impacta a todos sus clientes y proveedores. Es decir a casi todo el planeta.La afectación del COVID-19 ha frenado la dinámica manufacturera en China, se han cerrado cientos de fábricas, se han cancelados millones de vuelos domésticos y se ha disminuido sustancialmente el consumo en un país de 1.386 millones de habitantes.
Tan solo en China se estima, según La consultora Capital Economics con sede en Londres, que el brote costará más de US$280.000 millones en solo los primeros tres meses de 2020. Eso es más que todo el presupuesto anual de la Unión Europea, los ingresos anuales de Microsoft o Apple, y aproximadamente 3,3 veces el presupuesto de este año en Colombia, por poner un ejemploEn efecto, los inversionistas prefieren buscar activos mas seguros y dejan de invertir en los mercados de valores, haciendo que los activos financieros caigan por su baja demanda y por consiguiente empiecen a caer las bolsas del mundo. En palabras mas técnicas , es empujar a los inversores a abandonar la renta variable y a buscar refugio en los activos considerados más seguros, como el oro o la deuda pública de países como Estados Unidos o Alemania.Es como si en el ejemplo del taller de artesanías, los capitales que financian la operación de ese mejor cliente, dejaran de aportar porque no les da confianza la disminución de las solicitudes de productos al taller, previendo en el corto plazo que no hay garantias para seguir financiando y buscaran otros clientes que sigan con mejor dinamica. Al no haber capitales en circulación en los mercados bursátiles se incurre en desfinanciacion de miles de empresas que cotizan en esos mercados, trayendo consigo medidas como recortes de personal de grandes empresas disminuyendo el bienestar social de los países, es por ello que vemos como van cayendo cual efecto dominó las principales bolsas del mundo.En el caso del dólar, este se impacta al menos en los países emergentes, dada la depreciación de las monedas de dichos países frente a la divisa norteamericana en virtud a la escasez de dólares que buscan refugios más seguros donde reposar en momentos de crisis. Así como también a la descolgada del precio del petróleo, por disminución de la demanda en un 30% de China y a la caída en las bolsas de valores.En síntesis, podemos apreciar cómo se afecta la estabilidad financiera mundial por eventos que aparentemente no se suelen relacionar entre si y que nos puede llevar a una crisis financiera mundial de no ser atendidos.
No soy dado a creer mucho en teorías de conspiración, pero hay casualidades casi perfectas. China, después de medio sostenerse de la guerra comercial con Estados Unidos, de la que ambos iban a salir mal y llegar después de tantos devenires a una aparente tregua, se ve inmediatamente inmersa en esta problemática. ¿Sera que estados Unidos esta preocupado que el gigante asiático ocupe el primer puesto de las potencias mundiales despojándolo de ese honorifico lugar? ¿Será que este virus es un invento de laboratorio usado como arma biológica para frenar el crecimiento chino? Son reflexiones que cada quien en su imaginario podrá dar respuestas, pero sería insólito que cuando el virus se disemine en el país del norte, aparezca como por arte de magia la vacuna para este. Son reflexiones y hay que hacerlas, pues a decir verdad mas muertes genera la tuberculosis o las neumonías convencionales, o lo que es peor aun el hambre en los niños africanos y a la larga, no se hace tan mediático ese asunto.
Es cierto que debemos reconocernos en un mundo globalizado, al cual pertenecemos y no podemos ser ajeno a sus movimientos, que es absorbido por un sistema cada vez más integrado y de interdependencias cada vez más fuertes. Sin embargo, debemos hacernos la reflexión sobre si comportarnos en defensa de nuestras propias unidades nacionales o de pensar en un bien común para toda la humanidad, pues a la larga las fronteras están solo en los mapas no en la realidad que vivimos, tal y como podemos darnos cuenta.
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